“Relato
de una tienda”. — En
venta —.
DIARIO DE LA TIENDA VOLUMEN 25.
Escrito por el gerente de la tienda.
Día 3094 desde la gran inauguración (Soleado).
No hubo clientes otra vez el día de hoy.
El cliente que vino hace un largo tiempo dejó
unas semillas. Estas semillas de “calabazas” recientemente maduraron y se volvieron
comestibles. Intenté cortarlas y hervirlas teniendo cuidado con la gruesa
corteza sobre la que el cliente me advirtió.
Sabían dulce y estaban bastante buenas. Debería
tratar de cultivar más de ellas. Parece que también estarían bien si las
friera.
Día 3095 desde la gran inauguración de la
tienda (Soleado, luego nublado).
No hubo clientes otra vez el día de hoy.
Sin nada qué hacer en particular, leí un libro
y cuidé la tienda.
Terminé leyendo “La melancolía de Ulericks”. (Es el tercer libro en la serie de novelas
ligeras, “Meg y Seron”, por el mismo autor).
Fue divertido.
Día 3096 desde la gran inauguración (Lluvioso).
Tampoco hubo clientes hoy.
El clima fue malo todo el día. No pude lavar la
ropa.
La calabaza al vapor en la olla ha empezado a
echarse a perder rápidamente.
Día 3097 desde la gran inauguración (Soleado).
Hoy tampoco hubo clientes.
El clima se aclaró y fue un buen día.
Puse la ropa a secar. Accidentalmente se cayó
una camisa y terminó cubierta de lodo. Ahora tendré que lavarla de nuevo.
Pensaba sobre poner concreto justo debajo del
área de secado pero me detuve en consideración a los topos y las lombrices de
tierra.
Día 3098 desde la gran inauguración (Soleado).
Tampoco hubo clientes el día de hoy.
Hice la inspección de productos como es usual. Todo
en orden. La tienda siempre está lista para los clientes. Me siento un poco más
feliz.
Después, reanudé la lectura.
Día 3099 desde la gran inauguración (Nublado,
luego soleado).
Hoy tampoco hubo clientes.
En la tarde, colgué el letrero de ‘Toque la
campana para servicio’ y fui a pescar al río.
Pesqué 5 peces, unos largos y otros pequeños. Dejé
que los pequeños se fueran.
Para la cena tuve meunière (un tipo de pescado empanizado) por primera vez en mucho tiempo.
Día 3100 desde la gran inauguración (Nublado).
Hoy tampoco vinieron clientes.
Algo ha estado mal con el generador de energía
desde esta mañana. Lo reparé.
Limpié la tienda como es usual. Siempre me
esfuerzo por mantener ordenado el interior.
Estuve pensando en ahumar el pescado restante,
pero no lo hice ya que quedaba muy poco. Me lo comí para la cena.
Día 3101 desde la gran inauguración (Nublado).
Hoy tampoco hubo clientes.
Hice la inspección periódica de mi equipo de
medición. Tuvo una ligera tendencia hacia mediciones más bajas, pero todas
estaban dentro del margen de error aceptable. Lo volveré a re-examinar de nuevo
en unos 40 días.
Descongele un corte de carne del refrigerador.
Día 3102 desde la gran inauguración (Soleado).
Un cliente vino hoy. Es el primero en 79 días.
Por primera vez en mucho tiempo, voy a tener una larga entrada en el diario.
El clima estuvo muy bien desde la mañana.
Con mucho ánimo, colgué las sábanas para
secarlas y abrí la tienda.
Ahora que pienso sobre ello, tenía la sensación
de que alguien podría venir hoy, o algo como eso.
—
Desde que tuve ese sentimiento, he estado pensando que podría
tener algo como un sexto sentido. Pensé que podría ponerlo a prueba más tarde.
Cuando el cliente vino, fue un poco antes del mediodía.
Justo cuando me preguntaba qué comer en el
almuerzo, escuché el sonido de un motor aproximándose, así que salí apresurado.
El cliente era un joven viajero sobre su
motorrad quien parecía estar pasando por la tienda cuando yo les llamé para
detenerlos con una voz alta, mostrando interés, se detuvieron.
Pensé que era raro usando un motorrad. Entonces
pensé que una motorrad voladora puede ser más cómoda, pero ahora que lo pienso
de nuevo, un aficionado como yo no podría ser capaz de hacer nada si se
sobrecalienta, es una muerte segura, así que usar una motorrad regular para
correr por la superficie sería más confiable después de todo.
El viajero se presentó como Kino.
Kino vestía una camisa blanca debajo de un
chaleco negro.
Tengo interés en la ropa, así que le pregunté
sobre ella. Su chaleco era una chaqueta con mangas extraíbles, la cual me habló
que removía cuando hacía calor o ponía cuando hacía frío.
‘Ya veo’, pensé, impresionado. En un viaje, uno
debe mantener sus pertenencias al mínimo.
—
Después de un momento, acompañé al viajero Kino
y a Hermes, la motorrad, al interior de la tienda.
Kino tomó asiento y le serví un poco de té.
Tal y como esperaba de un viajero, tuvo el
cuidado de inquirir sobre el contenido del té antes de siquiera beberlo.
Tomé primero para probar que era seguro.
Kino se disculpó por ser grosero, pero le dije
que no debía preocuparse por eso. A menudo he escuchado rumores de ladrones que
ponían drogas que inducían al coma en el té, por eso pienso que está bien ser
cuidadoso.
“Humildemente te doy la bienvenida a mi
tienda”, les agradecí sinceramente.
Después les pregunté si podía comenzar a
explicar sobre mis productos principales.
“Antes de eso, ¿te importaría si te hago unas
cuantas preguntas sobre tu tienda?”, dijo el viajero. Estaba agradecido de ver
que tenía interés en mi tienda. Le dije que podía preguntar lo que quisiera.
“Entonces lo haré directamente. ¿Por qué
tendrías una tienda como ésta aquí?”.
“¡Cierto! Justo en medio de esta gran pradera.
Estaba sorprendido por ver una solitaria tienda en el horizonte”.
Kino y el señor Hermes, la motorrad,
preguntaron.
Pensé que era una pregunta muy natural.
Alrededor de esta tienda, no había nada más que, praderas, bosques, ríos, y
lagos. Depende del vehículo, pero la distancia al país más cercano es un viaje
de varios días.
“¿Y usted es, el gerente, la única persona
quien trabaja aquí? ¿No hay nadie más?”, preguntó el señor Hermes.
Honestamente contesté sus preguntas, una a la
vez. La razón por la que puse una tienda aquí fue porque me gustó la ubicación.
Considerando que estaría viviendo en una tienda, se veía demasiado obvio que
eligiera una buena ubicación. Este lugar estuvo bastante bien. Sin embargo, no
les dije que los cabezas huecas de mi país me prohibieron poner una tienda, y
que no había ningún país al cual pudiera ir.
Luego acomodé mis cosas de valor y el
equipamiento necesario en un camión y llegué aquí. Desde entonces, construí la
tienda y la casa, y así monté mi propia tienda. Además les dije que no tenía
familia y que a pesar de que mis padres están en mi país natal, desconozco el
cómo estén ahora.
No tengo idea si Kino o el señor Hermes
entendieron lo que dije.
“¿Vienen clientes?”, preguntó la señorita Kino.
“Sí. A veces, suele haber uno cada cien días
más o menos. Por supuesto, todos ellos resultan ser viajeros o comerciantes. Se
detienen aquí por curiosidad”.
No estaba mintiendo.
“Entonces, ¿ha vendido algo hasta ahora?”,
preguntó el señor Hermes.
“No. Aún no he vendido ni una sola cosa”.
No mentía.
Hay dos opiniones con respecto a mentirle a los
clientes sólo para venderles algo; una es que es aceptable, y la otra es que
esto no debe ser hecho. Pero en mi opinión, no hay orgullo en mentirme a mí
mismo, así que nunca he mentido sobre esto. No ahora, y no en el futuro.
—
“Este es el orgullo de mi tienda”.
Dije, y entre mis mercancías, sostuve el más
pequeño “Modelo #5” en frente de la señorita Kino y el señor Hermes.
Decidí
que primero lo examinaran. Lo puse encima de la mesa para que pudieran
examinarlo libremente. Permití que los clientes lo tocaran libremente e
investigaran los artículos porque quería que pensaran que mi tienda es una
buena. Eso es a lo que siempre apunto.
En mi país natal, el distribuidor de
herramientas en el distrito este era una horrible persona.
Nunca permitía que las herramientas de su
tienda fueran tocadas, por lo que los clientes no tenían idea alguna sobre la
calidad de los productos. Sus mercancías estaban alineadas ordenadamente en una
fila detrás de los estantes de vidrio, y el asistente de la tienda te diría con
un frío rostro que ellas sólo podrían ser sacadas cuando uno se decidiese a
comprarlas.
Recuerdo muy bien cómo salí de esa tienda con
un gran resentimiento.
Alrededor del tiempo que decidí poner mi propia
tienda, estuve pensando el cómo no quería que mi tienda fuese así. A pesar de
haber sido hace mucho tiempo, todavía lo recuerdo.
Me di
cuenta que no quería que Kino sintiera el mismo disgusto que yo sentí en aquel
tiempo, y estoy algo contento de haberme convertido en una persona que es capaz
de aprender de los malos ejemplos.
—
“¿Qué es esto?” preguntó la señorita Kino
después de darle un breve vistazo.
“¿No podría saberlo con sólo verlo?” le dije un
poco en broma (Por supuesto, de una manera que no resulte grosera para el
cliente). Encuentro agradable el explicar a mis clientes sobre el orgullo de mi
tienda, un producto que yo mismo hice.
“Es una maleta azul marino improvisada. No
posee hebillas, pero tiene un interruptor”, respondió el señor Hermes, quien
estaba viendo desde lejos.
“Es correcto. Esto parece ser una maleta. La
hice ver de esa manera. Pero en realidad es algo diferente. La verdad es—“.
Estaba un poco irritado. Pero si expresaba mi irritación, el
cliente podría enojarse e irse. Aun así estoy un poco irritado.
“Es una bomba de gran potencia”, dije.
Tal y como lo pensé, ambos, Kino y el señor Hermes, estaban
sorprendidos y vieron estupefactos. (Bueno, la apariencia del señor Hermes no
cambió, pero pienso que él también se sorprendió).
“Los
productos que parecen muy distintos de su función atraen más el interés de los
clientes. Dedíquese a productos ‘pegajosos’”.
Eso estaba escrito en un libro.
“¿Una bomba de gran potencia, usted dijo? ¿Estoy en lo cierto
al pensar que dentro de esto, hay algún material explosivo y algún tipo de
metralla de hierro para herir y matar gente?”, preguntó Kino.
“Sí. Mi tienda vende bombas de gran potencia.
Nada más. Esta es una tienda especializada en bombas de alta potencia. Su poder
es incomparable al de los explosivos existentes, en tan sólo una carga…”.
Ha pasado bastante tiempo desde que tuve una
charla de ventas, por lo que no podía hablar sin tartamudear. Estaba bastante
nervioso pues hacía bastante tiempo desde la última vez que hablé con un
cliente. Aunque lo practiqué, estaba avergonzado.
“Perdoname. —Incluso una sola carga, puede desintegrar completamente un
país, no importa cuán grande sea. La explosión podría producir tremendas
temperaturas y ondas de choque que pueden derretir, arrastrar, y quemar
cualquier cosa sobre el suelo, incluyendo humanos. Al mismo tiempo, liberará un
poderoso químico tóxico que puede hacer enfermar a cualquier humano que no
muera instantáneamente debido a la explosión. Ellos eventualmente morirán,
sufriendo poco a poco”.
“¿Qué tipo de principio usaste?”, preguntó el
señor Hermes.
“El mismo que es usado por el sol. Esto utiliza
la fusión nuclear”, respondí con la respuesta preparada de antemano.
Sólo el señor Hermes me entendió hasta este
punto, y traté de explicarlo de forma sencilla al viajero Kino. Después de mi
explicación, no sabía si entendía completamente su estructura.
Sin embargo, Kino recordó inmediatamente el
nombre más popular de mi producto.
“¿Estás diciendo que hiciste esta ‘bomba de
hidrógeno’ que puede arrasar con un país entero en tan sólo un parpadeo?”.
“Si, eso es correcto”.
“¿Por tu cuenta?”.
“Si”.
Respondí las preguntas de la señorita Kino y al
señor Hermes prontamente tal y como un excelente asistente de ventas. Decidí
explicarles un poco más sobre mi producto.
“Pensé en el concepto cuando aún
vivía en casa, y le di un giro al concepto. Sin embargo, es lamentable, porque en mi país, ninguna
sola persona quería algo como esto. Ese es el por qué decidí el iniciar mi
tienda fuera del país para así venderla. Hoy es el día 3102 desde que abrí la
tienda”.
“¿Alguna vez has pensado en probar esto
antes?”, preguntó la señorita Kino.
“No lo he hecho. No hay país que desee
destruir, o una persona que desee matar. Pienso que es natural que las personas hagan las
cosas que quieren hacer o usen las que quieren usar, ¿no les parece? "Como
fabricante de estos excelentes productos, me complacería mucho si alguien
quisiera comprarlos y usarlos", Contesté la misma respuesta que
siempre daré cuando alguien me haga esta pregunta.
Decidí hablar sobre el punto crucial.
“Kino, Hermes, ¿gustarían comprar la bomba de
hidrógeno que he creado? Algún día, en algún lugar, podría serles útil. Por
ejemplo, puede ubicarlo en un país que no le agrade para hacerlo volar en pedazos,
o puedes crear un lago en el desierto”.
‘Use la charla de ventas más honesta posible.
Cuando se tiene confianza en su producto (si no la tiene, eso es un problema),
saque su tesoro y ofrézcalo’.
Eso estaba escrito en un libro.
"Están a la venta en este
momento. Compre uno y obtenga otro producto de la misma o mayor potencia
de fuego sin cargo adicional. Ambos productos vienen con
temporizadores con un rango de tres segundos a cien días. Además de eso, puedo proporcionarle un
servicio para que la pintura exterior sea repintada a un color de su agrado, o
tal vez tener su nombre grabado en ella”.
Como
dice el libro, 'Agregue valor a su producto para darle a su cliente el último
impulso que necesitan para estar convencido de que este es el producto para
ellos'.
Eso también estaba escrito.
“Tengo una gran confianza en mí producto, pero
aun así ofrezco una inspección periódica de sus funciones. Fallar es imposible,
sin embargo, si se
descubre que una o ambas unidades no están en pleno funcionamiento, o si no
está satisfecho con la magnitud de la explosión, puede recuperar su
dinero".
‘Ponga al cliente a gusto dando una
garantía’.
Eso también estaba escrito.
Kino se veía como si estuviera pensando en
algo.
“Por
cierto, ¿cuánto cuesta?”, preguntó el señor Hermes. Por supuesto, esa es una
pregunta esperada.
“Depende de cuánto está dispuesto a pagar el
cliente. Tampoco me importa comerciar con algo de valor”, respondí lo de
siempre.
Kino se veía como si ella estuviese pensando
mucho en algo. En cuanto a lo que ella piensa, por supuesto, no tenía idea.
Después de un rato, Kino negó con la cabeza.
"Me temo que no necesitamos una
bomba de hidrógeno en este momento". Tendré que declinar ".
Por supuesto, me decepcionó escuchar esto.
Aunque sería mejor que lo comprara alguien que
realmente quiera la bomba, es muy natural para una persona que no está
interesada el no comprarla.
Luego, Kino propuso el comprar o intercambiar
algunos alimentos. Entonces le dije, que si ese fuera el caso, me gustaría que
lo recibiera sin costo alguno, como un favor.
Le presenté a Kino algunos vegetales y una
carne seca hecha en casa, hervida y puesta en paquetes herméticos, así como
agua. Todavía hay más en mi almacén, y me ofrecí a buscar más por un momento, y
la señorita Kino expresó su agradecimiento con mucho gusto.
“Está bien. Esto es ‘servicio’ para un
cliente”, le dije. “Si alguna vez encuentras una necesidad de una bomba de
hidrógeno, puedes volver en cualquier momento”, añadí.
Y luego, hablé con Kino sobre el camino y el
país cercano.
Y entonces, a la hora de almorzar, le ofrecí compartir
la carne descongelada que tengo para asar a la parrilla. Ha pasado mucho tiempo
desde la última vez que comí con alguien.
Después de comer, Kino expresó su gratitud una
vez más, por la comida, y viajó hacia el oeste a bordo del señor Hermes.
Después que Kino y el señor Hermes se fueran,
limpié la tienda e intenté cambiar la disposición de mis bienes.
Pensé el colocar el artículo como decoración
sobre el estante. El artículo se notaría inmediatamente después de entrar a la
tienda.
Si es así, el estante debe ser fuerte. Lo haré
mañana.
—
Ha pasado bastante tiempo desde que escribí un
diario de esta longitud. Mis manos están completamente cansadas de escribir.
Este día está bastante completo. Es lamentable
que no haya podido vender mis productos, pero no hay nada que pueda hacer sobre
las circunstancias de mis clientes. Sin embargo, estoy realmente feliz de que
ese cliente viniera.
Sólo espero que el siguiente cliente que venga
compre algo.
Oh sí. Traté de hervir el resto de la carne
para la cena. Estuvo delicioso.
Día 3103 desde la gran inauguración (Soleado).
No hubo clientes hoy tampoco.
Hasta el día de hoy, no ha habido ningún caso
de clientes que vengan dos días seguidos, y no creo que haya ninguno en el
futuro.
Y entonces, por supuesto, no puedo cerrar la
tienda.
Reforcé el estante y lo decoré con mi ‘Modelo
#3’, el cual fue pintado con mi color favorito, el azul.
Como pensé, podría ser esto más atractivo si
pongo mis artículos sobre el estante. Mantendré este arreglo por el momento.
—
Crédito de este capitulo al Señor López
yo solo he corregido algunas cosas.
Saludos
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