viernes, 1 de marzo de 2019

Volumen 5 Capitulo 3


“Relato de una tienda”. En venta —.


DIARIO DE LA TIENDA VOLUMEN 25.
Escrito por el gerente de la tienda.
Día 3094 desde la gran inauguración (Soleado).
No hubo clientes otra vez el día de hoy.
El cliente que vino hace un largo tiempo dejó unas semillas. Estas semillas de “calabazas” recientemente maduraron y se volvieron comestibles. Intenté cortarlas y hervirlas teniendo cuidado con la gruesa corteza sobre la que el cliente me advirtió.
Sabían dulce y estaban bastante buenas. Debería tratar de cultivar más de ellas. Parece que también estarían bien si las friera.

Día 3095 desde la gran inauguración de la tienda (Soleado, luego nublado).
No hubo clientes otra vez el día de hoy.
Sin nada qué hacer en particular, leí un libro y cuidé la tienda.
Terminé leyendo “La melancolía de Ulericks”. (Es el tercer libro en la serie de novelas ligeras, “Meg y Seron”, por el mismo autor).
Fue divertido.

Día 3096 desde la gran inauguración (Lluvioso).
Tampoco hubo clientes hoy.
El clima fue malo todo el día. No pude lavar la ropa.
La calabaza al vapor en la olla ha empezado a echarse a perder rápidamente.

Día 3097 desde la gran inauguración (Soleado).
Hoy tampoco hubo clientes.
El clima se aclaró y fue un buen día.
Puse la ropa a secar. Accidentalmente se cayó una camisa y terminó cubierta de lodo. Ahora tendré que lavarla de nuevo.
Pensaba sobre poner concreto justo debajo del área de secado pero me detuve en consideración a los topos y las lombrices de tierra.

Día 3098 desde la gran inauguración (Soleado).
Tampoco hubo clientes el día de hoy.
Hice la inspección de productos como es usual. Todo en orden. La tienda siempre está lista para los clientes. Me siento un poco más feliz.
Después, reanudé la lectura.

Día 3099 desde la gran inauguración (Nublado, luego soleado).
Hoy tampoco hubo clientes.
En la tarde, colgué el letrero de ‘Toque la campana para servicio’ y fui a pescar al río.
Pesqué 5 peces, unos largos y otros pequeños. Dejé que los pequeños se fueran.
Para la cena tuve meunière (un tipo de pescado empanizado) por primera vez en mucho tiempo.

Día 3100 desde la gran inauguración (Nublado).
Hoy tampoco vinieron clientes.
Algo ha estado mal con el generador de energía desde esta mañana. Lo reparé.
Limpié la tienda como es usual. Siempre me esfuerzo por mantener ordenado el interior.
Estuve pensando en ahumar el pescado restante, pero no lo hice ya que quedaba muy poco. Me lo comí para la cena.

Día 3101 desde la gran inauguración (Nublado).
Hoy tampoco hubo clientes.
Hice la inspección periódica de mi equipo de medición. Tuvo una ligera tendencia hacia mediciones más bajas, pero todas estaban dentro del margen de error aceptable. Lo volveré a re-examinar de nuevo en unos 40 días.
Descongele un corte de carne del refrigerador.

Día 3102 desde la gran inauguración (Soleado).
Un cliente vino hoy. Es el primero en 79 días. Por primera vez en mucho tiempo, voy a tener una larga entrada en el diario.
El clima estuvo muy bien desde la mañana.
Con mucho ánimo, colgué las sábanas para secarlas y abrí la tienda.
Ahora que pienso sobre ello, tenía la sensación de que alguien podría venir hoy, o algo como eso.


Desde que tuve ese sentimiento, he estado pensando que podría tener algo como un sexto sentido. Pensé que podría ponerlo a prueba más tarde.
Cuando el cliente vino, fue un poco antes del mediodía.
Justo cuando me preguntaba qué comer en el almuerzo, escuché el sonido de un motor aproximándose, así que salí apresurado.
El cliente era un joven viajero sobre su motorrad quien parecía estar pasando por la tienda cuando yo les llamé para detenerlos con una voz alta, mostrando interés, se detuvieron.
Pensé que era raro usando un motorrad. Entonces pensé que una motorrad voladora puede ser más cómoda, pero ahora que lo pienso de nuevo, un aficionado como yo no podría ser capaz de hacer nada si se sobrecalienta, es una muerte segura, así que usar una motorrad regular para correr por la superficie sería más confiable después de todo.
El viajero se presentó como Kino.
Kino vestía una camisa blanca debajo de un chaleco negro.
Tengo interés en la ropa, así que le pregunté sobre ella. Su chaleco era una chaqueta con mangas extraíbles, la cual me habló que removía cuando hacía calor o ponía cuando hacía frío.
‘Ya veo’, pensé, impresionado. En un viaje, uno debe mantener sus pertenencias al mínimo.


Después de un momento, acompañé al viajero Kino y a Hermes, la motorrad, al interior de la tienda.
Kino tomó asiento y le serví un poco de té.
Tal y como esperaba de un viajero, tuvo el cuidado de inquirir sobre el contenido del té antes de siquiera beberlo.
Tomé primero para probar que era seguro.
Kino se disculpó por ser grosero, pero le dije que no debía preocuparse por eso. A menudo he escuchado rumores de ladrones que ponían drogas que inducían al coma en el té, por eso pienso que está bien ser cuidadoso.
“Humildemente te doy la bienvenida a mi tienda”, les agradecí sinceramente.
Después les pregunté si podía comenzar a explicar sobre mis productos principales.
“Antes de eso, ¿te importaría si te hago unas cuantas preguntas sobre tu tienda?”, dijo el viajero. Estaba agradecido de ver que tenía interés en mi tienda. Le dije que podía preguntar lo que quisiera.
“Entonces lo haré directamente. ¿Por qué tendrías una tienda como ésta aquí?”.
“¡Cierto! Justo en medio de esta gran pradera. Estaba sorprendido por ver una solitaria tienda en el horizonte”.
Kino y el señor Hermes, la motorrad, preguntaron.
Pensé que era una pregunta muy natural. Alrededor de esta tienda, no había nada más que, praderas, bosques, ríos, y lagos. Depende del vehículo, pero la distancia al país más cercano es un viaje de varios días.
“¿Y usted es, el gerente, la única persona quien trabaja aquí? ¿No hay nadie más?”, preguntó el señor Hermes.
Honestamente contesté sus preguntas, una a la vez. La razón por la que puse una tienda aquí fue porque me gustó la ubicación. Considerando que estaría viviendo en una tienda, se veía demasiado obvio que eligiera una buena ubicación. Este lugar estuvo bastante bien. Sin embargo, no les dije que los cabezas huecas de mi país me prohibieron poner una tienda, y que no había ningún país al cual pudiera ir.
Luego acomodé mis cosas de valor y el equipamiento necesario en un camión y llegué aquí. Desde entonces, construí la tienda y la casa, y así monté mi propia tienda. Además les dije que no tenía familia y que a pesar de que mis padres están en mi país natal, desconozco el cómo estén ahora.
No tengo idea si Kino o el señor Hermes entendieron lo que dije.
“¿Vienen clientes?”, preguntó la señorita Kino.
“Sí. A veces, suele haber uno cada cien días más o menos. Por supuesto, todos ellos resultan ser viajeros o comerciantes. Se detienen aquí por curiosidad”.
No estaba mintiendo.
“Entonces, ¿ha vendido algo hasta ahora?”, preguntó el señor Hermes.
“No. Aún no he vendido ni una sola cosa”.
No mentía.
Hay dos opiniones con respecto a mentirle a los clientes sólo para venderles algo; una es que es aceptable, y la otra es que esto no debe ser hecho. Pero en mi opinión, no hay orgullo en mentirme a mí mismo, así que nunca he mentido sobre esto. No ahora, y no en el futuro.


“Este es el orgullo de mi tienda”.
Dije, y entre mis mercancías, sostuve el más pequeño “Modelo #5” en frente de la señorita Kino y el señor Hermes.
Decidí  que primero lo examinaran. Lo puse encima de la mesa para que pudieran examinarlo libremente. Permití que los clientes lo tocaran libremente e investigaran los artículos porque quería que pensaran que mi tienda es una buena. Eso es a lo que siempre apunto.
En mi país natal, el distribuidor de herramientas en el distrito este era una horrible persona.
Nunca permitía que las herramientas de su tienda fueran tocadas, por lo que los clientes no tenían idea alguna sobre la calidad de los productos. Sus mercancías estaban alineadas ordenadamente en una fila detrás de los estantes de vidrio, y el asistente de la tienda te diría con un frío rostro que ellas sólo podrían ser sacadas cuando uno se decidiese a comprarlas.
Recuerdo muy bien cómo salí de esa tienda con un gran resentimiento.
Alrededor del tiempo que decidí poner mi propia tienda, estuve pensando el cómo no quería que mi tienda fuese así. A pesar de haber sido hace mucho tiempo, todavía lo recuerdo.
 Me di cuenta que no quería que Kino sintiera el mismo disgusto que yo sentí en aquel tiempo, y estoy algo contento de haberme convertido en una persona que es capaz de aprender de los malos ejemplos.


“¿Qué es esto?” preguntó la señorita Kino después de darle un breve vistazo.
“¿No podría saberlo con sólo verlo?” le dije un poco en broma (Por supuesto, de una manera que no resulte grosera para el cliente). Encuentro agradable el explicar a mis clientes sobre el orgullo de mi tienda, un producto que yo mismo hice.
“Es una maleta azul marino improvisada. No posee hebillas, pero tiene un interruptor”, respondió el señor Hermes, quien estaba viendo desde lejos.
“Es correcto. Esto parece ser una maleta. La hice ver de esa manera. Pero en realidad es algo diferente. La verdad es—“.
Estaba un poco irritado. Pero si expresaba mi irritación, el cliente podría enojarse e irse. Aun así estoy un poco irritado.
“Es una bomba de gran potencia”, dije.
Tal y como lo pensé, ambos, Kino y el señor Hermes, estaban sorprendidos y vieron estupefactos. (Bueno, la apariencia del señor Hermes no cambió, pero pienso que él también se sorprendió).
“Los productos que parecen muy distintos de su función atraen más el interés de los clientes. Dedíquese a productos ‘pegajosos’”.
Eso estaba escrito en un libro.
“¿Una bomba de gran potencia, usted dijo? ¿Estoy en lo cierto al pensar que dentro de esto, hay algún material explosivo y algún tipo de metralla de hierro para herir y matar gente?”, preguntó Kino.
“Sí. Mi tienda vende bombas de gran potencia. Nada más. Esta es una tienda especializada en bombas de alta potencia. Su poder es incomparable al de los explosivos existentes, en tan sólo una carga…”.
Ha pasado bastante tiempo desde que tuve una charla de ventas, por lo que no podía hablar sin tartamudear. Estaba bastante nervioso pues hacía bastante tiempo desde la última vez que hablé con un cliente. Aunque lo practiqué, estaba avergonzado.
“Perdoname. —Incluso una sola carga, puede desintegrar completamente un país, no importa cuán grande sea. La explosión podría producir tremendas temperaturas y ondas de choque que pueden derretir, arrastrar, y quemar cualquier cosa sobre el suelo, incluyendo humanos. Al mismo tiempo, liberará un poderoso químico tóxico que puede hacer enfermar a cualquier humano que no muera instantáneamente debido a la explosión. Ellos eventualmente morirán, sufriendo poco a poco”.
“¿Qué tipo de principio usaste?”, preguntó el señor Hermes.
“El mismo que es usado por el sol. Esto utiliza la fusión nuclear”, respondí con la respuesta preparada de antemano.
Sólo el señor Hermes me entendió hasta este punto, y traté de explicarlo de forma sencilla al viajero Kino. Después de mi explicación, no sabía si entendía completamente su estructura.
Sin embargo, Kino recordó inmediatamente el nombre más popular de mi producto.
“¿Estás diciendo que hiciste esta ‘bomba de hidrógeno’ que puede arrasar con un país entero en tan sólo un parpadeo?”.
“Si, eso es correcto”.
“¿Por tu cuenta?”.
“Si”.
Respondí las preguntas de la señorita Kino y al señor Hermes prontamente tal y como un excelente asistente de ventas. Decidí explicarles un poco más sobre mi producto.
“Pensé en el concepto cuando aún vivía en casa, y le di un giro al concepto. Sin embargo, es lamentable, porque en mi país, ninguna sola persona quería algo como esto. Ese es el por qué decidí el iniciar mi tienda fuera del país para así venderla. Hoy es el día 3102 desde que abrí la tienda”.
“¿Alguna vez has pensado en probar esto antes?”, preguntó la señorita Kino.
“No lo he hecho. No hay país que desee destruir, o una persona que desee matar. Pienso que es natural que las personas hagan las cosas que quieren hacer o usen las que quieren usar, ¿no les parece? "Como fabricante de estos excelentes productos, me complacería mucho si alguien quisiera comprarlos y usarlos", Contesté la misma respuesta que siempre daré cuando alguien me haga esta pregunta.
Decidí hablar sobre el punto crucial.
“Kino, Hermes, ¿gustarían comprar la bomba de hidrógeno que he creado? Algún día, en algún lugar, podría serles útil. Por ejemplo, puede ubicarlo en un país que no le agrade para hacerlo volar en pedazos, o puedes crear un lago en el desierto”.
‘Use la charla de ventas más honesta posible. Cuando se tiene confianza en su producto (si no la tiene, eso es un problema), saque su tesoro y ofrézcalo’.
Eso estaba escrito en un libro.
"Están a la venta en este momento. Compre uno y obtenga otro producto de la misma o mayor potencia de fuego sin cargo adicional. Ambos productos vienen con temporizadores con un rango de tres segundos a cien días. Además de eso, puedo proporcionarle un servicio para que la pintura exterior sea repintada a un color de su agrado, o tal vez tener su nombre grabado en ella”.
Como dice el libro, 'Agregue valor a su producto para darle a su cliente el último impulso que necesitan para estar convencido de que este es el producto para ellos'.
Eso también estaba escrito.
“Tengo una gran confianza en mí producto, pero aun así ofrezco una inspección periódica de sus funciones. Fallar es imposible, sin embargo, si se descubre que una o ambas unidades no están en pleno funcionamiento, o si no está satisfecho con la magnitud de la explosión, puede recuperar su dinero".
 ‘Ponga al cliente a gusto dando una garantía’.
Eso también estaba escrito.
Kino se veía como si estuviera pensando en algo.
 “Por cierto, ¿cuánto cuesta?”, preguntó el señor Hermes. Por supuesto, esa es una pregunta esperada.
“Depende de cuánto está dispuesto a pagar el cliente. Tampoco me importa comerciar con algo de valor”, respondí lo de siempre.
Kino se veía como si ella estuviese pensando mucho en algo. En cuanto a lo que ella piensa, por supuesto, no tenía idea.
Después de un rato, Kino negó con la cabeza.
"Me temo que no necesitamos una bomba de hidrógeno en este momento". Tendré que declinar ".
Por supuesto, me decepcionó escuchar esto.
Aunque sería mejor que lo comprara alguien que realmente quiera la bomba, es muy natural para una persona que no está interesada el no comprarla.
Luego, Kino propuso el comprar o intercambiar algunos alimentos. Entonces le dije, que si ese fuera el caso, me gustaría que lo recibiera sin costo alguno, como un favor.
Le presenté a Kino algunos vegetales y una carne seca hecha en casa, hervida y puesta en paquetes herméticos, así como agua. Todavía hay más en mi almacén, y me ofrecí a buscar más por un momento, y la señorita Kino expresó su agradecimiento con mucho gusto.
“Está bien. Esto es ‘servicio’ para un cliente”, le dije. “Si alguna vez encuentras una necesidad de una bomba de hidrógeno, puedes volver en cualquier momento”, añadí.
Y luego, hablé con Kino sobre el camino y el país cercano.
Y entonces, a la hora de almorzar, le ofrecí compartir la carne descongelada que tengo para asar a la parrilla. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que comí con alguien.
Después de comer, Kino expresó su gratitud una vez más, por la comida, y viajó hacia el oeste a bordo del señor Hermes.
Después que Kino y el señor Hermes se fueran, limpié la tienda e intenté cambiar la disposición de mis bienes.
Pensé el colocar el artículo como decoración sobre el estante. El artículo se notaría inmediatamente después de entrar a la tienda.
Si es así, el estante debe ser fuerte. Lo haré mañana.


Ha pasado bastante tiempo desde que escribí un diario de esta longitud. Mis manos están completamente cansadas de escribir.
Este día está bastante completo. Es lamentable que no haya podido vender mis productos, pero no hay nada que pueda hacer sobre las circunstancias de mis clientes. Sin embargo, estoy realmente feliz de que ese cliente viniera.
Sólo espero que el siguiente cliente que venga compre algo.
Oh sí. Traté de hervir el resto de la carne para la cena. Estuvo delicioso.

Día 3103 desde la gran inauguración (Soleado).
No hubo clientes hoy tampoco.
Hasta el día de hoy, no ha habido ningún caso de clientes que vengan dos días seguidos, y no creo que haya ninguno en el futuro.
Y entonces, por supuesto, no puedo cerrar la tienda.
Reforcé el estante y lo decoré con mi ‘Modelo #3’, el cual fue pintado con mi color favorito, el azul.
Como pensé, podría ser esto más atractivo si pongo mis artículos sobre el estante. Mantendré este arreglo por el momento.


Comí salteado de carne y verduras. Las sobras fueron para la cena.










Crédito de este capitulo al Señor López
yo solo he corregido algunas cosas.
Saludos 

Volumen 5- Capitulo 2


El país donde el asesinato no es ilegal
-La regla de la selva-



Las interminables llanuras estaban cubiertas de hierba y árboles.

El agua subterránea se acumula en las zonas bajas para formar pequeños lagos que salpican el paisaje.

Era verano, con el sol radiante sonriendo sobre la tierra y el agua. No se veía una nube, lo que permitía que el cielo se extendiera sin interrupciones por millas y millas.

Un camino solitario y estrecho atravesaba las llanuras. Estaba cubierto de parches de hierba, una señal de que pocos la atravesaron. El camino serpenteaba alrededor de los lagos y iba de este a oeste.

Moviéndose hacia el oeste por la carretera iba una motorrad. Su portaequipaje estaba completamente cargado con equipo de viaje que amenazaba con derramarse sobre los lados de la rueda trasera. Una taza de plata que colgaba de las bolsas traqueteaba cada vez que la motorrad golpeaba un bache en la carretera.

El jinete del motorrad llevaba un chaleco negro y una camisa blanca con el cuello desabrochado. Llevaba un cinturón grueso y un arma de mano enfundada en su muslo derecho. Una esbelta pistola automática estaba asegurada detrás de su espalda en su cintura.

El conductor también llevaba un sombrero y un par de gafas. Todavía era bastante joven, probablemente en su adolescencia.

"Mira, Kino. Un caballo —dijo el motorrad sin avisar.

El motociclista llamado Kino entrecerró los ojos y miró hacia adelante. "Ya lo veo. Y una persona, también.

Kino sacó su mano izquierda del acelerador y comprobó el persuasor detrás de su espalda. Luego cambió de manos para revisar el revólver en su muslo derecho. "Nos detendremos un poco, Hermes".
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Un caballo completamente cargado estaba bebiendo agua junto a la carretera, a la orilla del lago. El sonido del motor despertó al hombre que había estado acostado a su lado con un sombrero en la cara.

El hombre tenía unos veinte años, vestido con pantalones de montar y botas con una chaqueta ligera. Y un arma automática calibre .45 estaba enfundado en su lado derecho.
Saludó con la mano a la motorrad entrante.
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"Hola," dijo el hombre cuando Kino detuvo a Hermes.

Kino desembarcó al apagar el motor y apoyó a Hermes en su soporte lateral. "Hola."

El hombre preguntó: "¿Tú eres del país que está por delante?"

"No", respondió Kino, "Estamos en camino hacia allí ahora".

El hombre le dio una mirada de aprobación. "Genial, hacia allí me dirijo. ¿Qué dices de ir juntos? ¿Te importa si pongo la mitad de mi equipaje en tu motorrad? Tu montura lo puede llevar”, dijo sin una pizca de disculpa.

"Tendré que declinar", dijo Kino, también sin excusas. Hermes estuvo de acuerdo.

El hombre hizo una mueca. "¿Qué? ¿No puedes prestar un poco de ayuda a un compañero de viaje?

"Me temo que no", respondió Kino, sonriendo. "¿Y qué si yo fuera a robar tus cosas? Incluso podría llegar primero al país y venderlos ".

"Tch. ... De todos modos, "el hombre dijo," ¿Conoces ese país? ¿Sobre la clase de lugar que es?

"No realmente, pero he oído que estaba lleno de gente educada".

El hombre se echó a reír, aullando. "¿Quién te dijo esa mierda? ¡Es todo lo contrario!

"¿Qué sabes de ese país, entonces?", Preguntó Kino.

El hombre volvió a reírse. "Bien, bien. Déjame decirte, ¿ese país allá? El asesinato no es ilegal.

"¿Qué quieres decir?" Preguntó Hermes.

“Significa que el asesinato no está prohibido por la ley. Algo gracioso, ya que el robo es considerado un delito. De cualquier manera, puedes librarte de herir o matar a alguien. Básicamente, si mueres, es tu culpa. Una jungla sin ley dentro de muros artificiales. Pensé que todos sabían esto”, dijo el hombre, divertido.

Kino preguntó: "¿Es por eso que te diriges a ese país?"

"Obviamente. Me encamino hacia allí para establecerme. El lugar donde vivía era estúpidamente seguro, feliz y tranquilo. Al golpear a alguien la gente te daría la espalda. Ilegal esto, ilegal eso. Así que me marché y nunca miré hacia atrás ".

"¿Qué vas a hacer una vez que te instales allí?", Preguntó Hermes.

"Hm. Daré una oportunidad al lugar ”, dijo el hombre, deteniéndose dramáticamente. "Y si alguien me molesta, lo voy a matar. Finalmente llegaré a ser yo mismo una vez que llegue allí ".

"Huh", dijo Hermes, desinteresado.

El hombre había esperado una mejor reacción. Continuó, "¿Y sabes qué más? Alguien a quien respeto vive en ese país. Regel. Debes haber oído hablar de él.

"No lo he hecho". "No". Respondieron Kino y Hermes.

“¿De qué tipo de país de remansos eres?”, El hombre suspiró y explicó: “Regel es un asesino en serie. Solía ​​liderar una banda de terroristas y bandidos en un país al sur en los viejos tiempos. Lo arrestaron, pero él salió de la cárcel y se fugó de la ciudad antes de que pudieran llevarlo a la horca. Esto fue hace décadas, pero si todavía no lo han atrapado, tiene que estar viviendo en ese país. La gente lo llama el último hogar de los asesinos, ya sabes. Donde cada asesino en el mundo termina con el tiempo. Estoy dispuesto a apostar que está viviendo como un verdadero hombre libre, golpeando a cualquiera que lo fastidia y aterrorizando a la gente. Quiero aprender de él ".

"Veo. Si nos disculpas, entonces, "dijo Kino, volviendo a subir a Hermes.

"Vaya pareja más aburrida, ¿eh?" Escupió el hombre, pero agregó: "Oye, ¿estás seguro de que no me ayudarás con mis cosas?"

"Sí. Cargue con su propio equipaje,” contestó Kino de manera casual y se fue con Hermes.

El hombre quedó solo en el polvo.

"Así es como va a ser, ¿eh? Cambiarás de tono una vez que ambos estemos en ese país”, murmuró, viendo a Kino y Hermes partir.

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Los límites del país estaban formados por muros de piedra, canales y lagos.

Los lagos en el área habían sido conectados por canales artificiales para formar un foso en todo el país, y altas murallas blancas estaban alrededor del perímetro interior.

Ya era de noche cuando Kino y Hermes llegaron a las puertas. El puente levadizo bajo lentamente.

"No puedo esperar a ver qué hay dentro", dijo Hermes casualmente, "Un país donde el asesinato no es ilegal, eh".

"Yo tampoco."

"¿Está tu mente lista, Kino?"

"Por ahora."

"¿Qué hay de tus armas?"

"No te preocupes, siempre están listos. Vámonos."

Cruzaron el puente levadizo.
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“¿Eres un visitante? ¿O estás solicitando inmigración? ”, Preguntó el oficial de guardia e inmigración en la pequeña casa de guardia fuera de las puertas.

Kino se identificó como la primera y solicitó un permiso de visitante de tres días.

"Estoy obligado a informarle que el asesinato no está prohibido por la ley en nuestro país", explicó el guardia. “Cualquier persona aquí, ya sea ciudadano o viajero, tiene permitido matar por cualquier motivo y no será legalmente responsable. ¿Entiendes esto claramente?

Kino asintió.

“¿Estás seguro?” Preguntó el guardia una vez más.

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"Qué país tan extraño", dijo Kino, descargando sus cosas.

La habitación del hotel era humilde, amueblada con una cama y una silla, junto con una lámpara eléctrica y un ventilador en la pared. En la esquina había una chimenea que había sido sellada porque ya no se usaba.

"¿De Verdad? Me parece normal ”, dijo Hermes, apoyado en una esquina en su soporte central.

"Exactamente. Es normal. Las calles están limpias y la gente está fuera de casa por la noche. No hay miedo en el aire, no hay muchos oficiales de policía, y no hay tiendas con persianas resistentes. Los lugareños son incluso amigables con los viajeros ".

Kino y Hermes habían cruzado un tramo de tierras de cultivo en su camino desde las puertas a la ciudad. Cuando Kino pidió indicaciones para llegar a un hotel en la ciudad, todos los que estaban al alcance del oído se habían reunido para ofrecer una ayuda genuina.

"¿Qué significa eso?" Preguntó Hermes.

“Significa que la seguridad pública es genial. Y eso lo que me parece tan extraño en este lugar ".

"Ya veo", dijo Hermes, "ya que el asesinato no es ilegal, apuesto a que esperabas ver turbas armadas vagando por las calles, duelos entre chicas en los pubs y perros mordiendo las manos de la gente, ¿verdad? Demasiado."

"No creo que 'esperar' sea la palabra correcta".

Kino dejó sus cosas al lado de la cama, luego se quitó las fundas y el chaleco. Sacó a Cannon, el revólver que había atado a su muslo.

"Tengo una corazonada", murmuró, sus ojos estaban fijos en el brillo negro de Cannon.

"Hm?"

"No importa. Podríamos averiguarlo antes de irnos, ”dijo Kino, acostándose en la cama. Ella colocó a Cannon sobre su pecho.
          
"¿De qué estás hablando? ... Oh, supongo que ni siquiera puedes escucharme ahora, ¿verdad? Buenas noches."
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Como de costumbre, Kino se levantó al amanecer.

El cielo fuera de la ventana era de un azul vivo, cubierto de nubes de plumas. Las calles estaban tranquilas.

Kino comenzó con ejercicios ligeros. Luego se entrenó con Cannon y Woodsman, el último de los cuales era el arma automática que llevaba detrás de su espalda. La práctica del desenfunde vino primero. Después, los desarmó, los limpió y engrasó, los volvió a armar y los enfundó.

Kino se duchó y desayunó en el hotel. Dio un bofetón a Hermes para despertarse alrededor del mediodía y salió del hotel.

Antiguos edificios de piedra bordeaban las calles. El área más desarrollada estaba llena de tiendas que se duplicaron como residencias desde el segundo piso.

Kino entró en una tienda y vendió cosas que no necesitaba y compró provisiones. El amable comerciante de mediana edad le dio grandes descuentos cuando supo que era una viajera.

Detrás de la silla del tendero había un largo rifle. Cuando Kino preguntó si el rifle era para disuadir a los ladrones, el hombre negó con la cabeza. "De ningún modo. Nadie ha robado ninguna de las tiendas por aquí. Esta arma aquí ", dijo," es para matar gente ".

"Oh. ¿Cuándo? ” Preguntó Hermes.

"¿Quién sabe? Bueno, por eso siempre lo mantengo cerca de mí, porque nadie lo sabe realmente ", respondió el comerciante.

"Ya veo", dijo Kino en voz baja.

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Después, Kino y Hermes exploraron el país. No era particularmente grande: estaban de vuelta en el centro de la ciudad por la tarde.

Kino vio un restaurante con un patio. Aparcó allí y se sentó. Una brisa fresca soplaba en la sombra.

Cuando Kino pidió algo dulce, el servidor insistió en un elemento en particular en el menú, ordenándolo antes de que Kino pudiera incluso asentir.

"Aquí esta. Tomate tu tiempo y disfruta."

El servidor trajo un plato grande apilado con capas de crepe y crema. Fue una verdadera montaña de postres.

"¿Kino?" Dijo Hermes.

"Es importante nunca retroceder ante un desafío", dijo Kino, cortando las crepes en pedazos.

Eventualmente, limpió todo el plato mientras Hermes observaba en completo shock.

Fue entonces cuando un grupo de personas mayores vino y se sentó en una mesa cercana. Una anciana vestida con ropa llamativa preguntó: "Oh, ¿eres un viajero?"

Cuando Kino le dijo que lo era, las mujeres del grupo empezaron a charlar con entusiasmo. Explicaron, espontáneamente, que estaban regresando del baile y que siempre venían a este restaurante después, razón por la cual estaban allí ese día.

“¿No te parece una ciudad segura, Viajero?”, Preguntó una de las ancianas.

"Si. Es muy impresionante ", admitió Kino.

Un anciano con un bastón en la mano y una gran barba blanca preguntó: "¿A dónde te diriges, entonces?"

"No lo sé", respondió Kino.

"¿Tu motorrad lo sabe?"

"De ninguna manera", dijo Hermes.

"Hm ... Entonces, ¿qué dices para asentarte aquí?", Preguntó el anciano.

"¡Sí, es una gran idea! Podemos ayudarte con todo. Encuentra una hermosa casa cercana y regístrate en la oficina. Es realmente simple, solo escribe tu nombre en una hoja de papel y estará listo para ...

"¿Qué dices?", Preguntó el anciano con calma, cortando suavemente a la anciana. "Creo que este país sería una buena opción para alguien como tú".

“¿Qué quieres decir?” Preguntó Hermes. El anciano se rió entre dientes.

"Me refiero a alguien que puede matar".

Kino pensó por un momento y negó con la cabeza.

"¿De Verdad? Es una pena. En cualquier caso, disfruta de tu estancia aquí. Viajar no es una tarea fácil, lo sé, así que descansa y relájate mientras puedas”.

"Gracias Señor. Lo hare."

"Me gustaría invitarte a uno de nuestros postres especiales, si quieres. Esta bastante bien; Un regalo adecuado para un viajero. ¿Podrías contarnos algunas historias del exterior a cambio, tal vez? ”, Ofreció el anciano.

Kino volvió a negar con la cabeza, pareciendo visiblemente molesto. Hermes explicó: “Muy mal. Kino acaba de terminar un plato entero ".

"¿Justo ahora? Eso es lamentable. Entonces, ¿qué le dices a un poco de té mañana antes del almuerzo?
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El día siguiente. Fue el tercer día de la visita de Kino.

Kino se levantó al amanecer. Hizo sus ejercicios habituales antes de ducharse y desayunar, un poco descontenta.

Después, Kino empacó sus cosas y las aseguró a Hermes.

Al despertar a Hermes, Kino se dirigió al restaurante del día anterior. El anciano barbudo la esperaba con una taza de té.

Kino le contó historias de los países cercanos que había visitado. El anciano estaba sonriendo todo el tiempo. Trató a Kino con té y postre. Dividieron la montaña de crepes entre ellos.

"Creo que deberíamos irnos ahora", dijo finalmente Kino. Era casi la hora del almuerzo. El restaurante comenzaba a llenarse de clientes.

"¿Es eso así? Es una pena. Gracias por compartir tus historias ", dijo el anciano. Kino le dio las gracias también.

Kino empujó a Hermes a la calle y arranco. El motor comenzó a retumbar.

El anciano se puso de pie, apoyado en su bastón. Kino le asintió y puso a Hermes en marcha.

"¡Tu allí! ¡Detente ahí, punk! —Dijo una voz. "¡Sí, tú en el motorrad! ¡El del chaleco negro!

El hombre que Kino había conocido dos días antes saltó por las puertas de un edificio cercano. Kino cortó el motor de Hermes.

"Tiempo perfecto. ¡No te atrevas a moverte!

Todos los ojos estaban en el hombre. Estaba completamente en silencio. El hombre se acercó a Kino y Hermes. Kino desembarcó y apoyó a Hermes en su soporte lateral.

"¿Qué es?", Preguntó, de pie delante de Hermes.

“Descarga tu motorrad. Pon todas tus cosas en el suelo ", dijo el hombre desde una corta distancia.

"¿Por qué debería hacer eso?"

—Porque te los quitaré de las manos. Debe ser difícil viajar con toda esa basura. Te estoy ayudando a aligerar, ¿oyes? Usaré lo que pueda usar y venderé lo que no necesito. Tengo que conseguir algo de dinero para mantenerme a flote, ¿sí?

"Me temo que no quiero causarte tantos problemas. Tendré que rechazar tu oferta.”

El hombre resopló. Le mostró la funda en el lado derecho. "Sólo voy a decir esto una vez más. Descarga tus cosas aquí mismo y piérdete, o te meteré una bala en el cráneo. Incluso te dejaré mantener la ropa en tu espalda. ¿Tenemos un trato o qué?”

La gente en las calles comenzó a desaparecer en los edificios.

"Veo que ha decidido establecerse aquí", señaló Kino.

"Obviamente. Soy un ciudadano ahora ".

"Pero no te comportas como uno".

El hombre frunció el ceño. "No me importa una mierda. Entonces, ¿qué va a ser, punk?

Kino miró a su alrededor. No había nadie a la vista. Vio siluetas a través de las ventanas.

"Me temo que tendré que declinar. Me estaba preparando para irme.”

"Así que no hay negociaciones, ¿eh?", Amenazó el hombre, extendiendo los pies y calentándose las manos y los hombros.

"Lo siento, Hermes," susurró Kino. "Voy a contar contigo un poco".

"Entendido. Solo asegúrate de tapar los agujeros más tarde ", respondió Hermes.

El hombre desenfundó su revolver. Kino se dio la vuelta.

"¿Qué demonios?" Escupió el hombre.

Ella se cubrió detrás de Hermes.

"¡Que estas haciendo! ¡Cobarde! ¿tus armas son solo para mostrar? ”, Se burló el hombre, apuntando con un paso hacia adelante. "Te lo has buscado, chico."

Un rayo de ballesta torció su brazo derecho.

Su arma cayó al suelo. El hombre se quedó mirando su brazo. Un perno de ballesta sobresalía de él. Él estaba sangrando.

"Argh!"

Justo cuando gritaba de dolor, otra flecha vino volando y golpeó su pie izquierdo, perforando su bota y clavándola al suelo.
"AAAGH!"

El hombre se retorció de dolor, pero tenía el pie inmovilizado y no podía sacar la flecha de su brazo.

“¡Maldición! ¡Maldición! ”

La gente del pueblo comenzó a reunirse, uno por uno. Todos se veían perfectamente tranquilos. Todos vinieron armados.

Un hombre de mediana edad que sostiene un cuchillo grande. Un joven preparando su revolver. Una mujer joven con un mazo. Una mujer de mediana edad con una ballesta, saliendo de un edificio de apartamentos cercano.

Kino con cuidado miró por detrás de Hermes.

"¡Oye! ¡¿Por qué demonios hiciste eso ?! Maldita sea, duele ...

El anciano con el bastón dio un paso adelante. "Sólo estamos tratando de detenerte, joven. Intentaste hacer algo que no toleramos ".

"¿De qué estás hablando, viejo pedo? ¡Sácame estas cosas! ¡Maldita sea!

"Permítame responder a su pregunta", dijo el anciano. "Usted ve, no toleramos el asesinato en este país".

“¡Eres un mentiroso, viejo! ¡El asesinato no es ilegal aquí! ¡Por eso vine en primer lugar!

"Y usted esta absolutamente en lo correcto. El asesinato no es ilegal, y es por eso que todos estamos aquí ".

La gente comenzó a expresar su acuerdo en voz baja.

"¿Qué-qué estás hablando? ¡No tiene sentido! ¡Sácame estas cosas, o te mataré!

"Me temo que no puedo hacer eso. Verás, en este país, matamos a cualquiera que haya matado, intentado matar o intente matar ".

“¡Acabas de decir que el asesinato no era ilegal aquí! ¿Estás senil, viejo? ¡Significa que se me permite matar gente! ”, Exigió el hombre, perdiendo el sentido.

El anciano continuó con calma: "'No ilegal' no significa 'tolerado'".

“¡No me hagas reír! ¿Quién te crees que eres, de todos modos? ¿Qué te da derecho a sermonearme?

Los ojos del anciano se estrecharon.

"¿Quién soy yo, te preguntas? Nadie de importancia, de verdad. Sólo un ciudadano ordinario. Un anciano llamado Regel.

"Qué…"

El hombre miró a Regel, boquiabierto.

"Mis disculpas, pero usted es un peligro para todos nosotros".

Regel retorció la parte superior de su bastón y tiró. Una cuchilla emergió, brillando negra en la luz.

Él puso su peso en la hoja mientras lo conducía a través del corazón del hombre. Regel se retorció una vez y la sacó.
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El anciano con el bastón cerró suavemente los ojos del cadáver. Todos guardaron un momento de silencio.

Kino lo miró todo desde atrás.

"Siempre es una tragedia cuando un compatriota muere", dijo alguien. Todos asintieron. Alguien pidió hacer arreglos en el cementerio nacional, y otra persona se ofreció como voluntaria.

Y todos volvieron a sus asuntos.

Regel se acercó a Kino. "Cuídate."

"Lo haré", respondió Kino, encendió a Hermes. El rugido de su motor llenaba las calles.

El anciano se puso de pie, apoyado en su bastón. Kino le asintió y puso a Hermes en marcha.
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Una motorrad viajaba hacia el oeste por una carretera que atravesaba las llanuras y los lagos. La superficie del agua reflejaba la motorrad, al conductor y el cielo.

"Mira, Kino. Un caballo —dijo el motorrad sin avisar.

Kino entrecerró los ojos y miró hacia adelante. "Yo lo veo. Y también a una persona. Quitó la mano izquierda del acelerador y miró la pistola que tenía detrás. Luego cambió de manos para revisar el revólver en su muslo derecho. "Nos detendremos un poco, Hermes".
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Un caballo completamente cargado estaba bebiendo agua junto a la carretera, a la orilla del lago. El sonido del motor despertó al hombre que había estado acostado a su lado con un sombrero en la cara.

El hombre tenía unos veinte años, vestido con pantalones de montar y botas con una chaqueta ligera. Un arma automática calibre .45 estaba enfundado en su lado derecho.

Saludó con la mano a la motorrad entrante.
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"Hola," dijo el hombre cuando Kino detuvo a Hermes.

Kino desembarcó sin apagar el motor y apoyó a Hermes en su soporte lateral. "Hola."

El hombre preguntó: "¿Eres del país hacia el este?"

“No”, respondió Kino, “soy un viajero. Me quedé en el país por tres días y me fui justo ahora”.

"Ya veo ... ¿Puedo preguntarte algo?"

"¿Qué es?"

El hombre dijo abatido: "Vine hasta aquí porque escuché de un viajero que el país de allí es seguro y está lleno de gente educada". Hizo una pausa. "¿Es verdad?"

“Sí, lo es,” contestó Kino.

El hombre estaba levantado.

"Aunque depende de tus estándares", agregó Kino.

“¿Mis estándares?” Preguntó el hombre. “El lugar del que vengo era horrible. No hay sensación de seguridad, con personas que mueren cada día. Tuve que matar a innumerables personas para sobrevivir. Estoy seguro de que también deben haber deseado vidas normales, pero no tenían otra opción. Dejé mi patria porque ya no quiero matar a nadie. Quiero vivir en un país seguro ".

"¿De Verdad? Entonces te gustará el país de allá. Busca a un anciano llamado Regel. Cuéntale sobre tus viajes y él te ayudará.

"Gracias", dijo el hombre.

Kino le preguntó al hombre sobre los países del oeste y cómo llegar allí. El hombre le dio toda la información que pudo.

Agradeciendo al hombre, Kino encendió a Hermes.

"Oh, quería preguntarte una cosa más ...", dijo el hombre vacilante. “Escuché un extraño rumor sobre ese país desde otro lugar que visité. Si sabes algo al respecto, ¿podrías decirme?

“¿Cómo fue el rumor?” Preguntó Kino.

El hombre pensó por un momento, pero finalmente negó con la cabeza.

"No importa. Es una pregunta estúpida. Quiero decir, es un poco loco, si lo piensas. Iré a ver por mí mismo cuando llegue allí.

"Todo bien. Si nos disculpas, entonces.

"Sí. Cuídate."

Una vez que la motorrad desapareció en la distancia, el hombre se subió a su caballo. Empezó a cabalgar hacia el este.


"Me pregunto si es verdad", murmuró desde encima de la silla de montar, subiendo y bajando con cada paso que dio el caballo, "Que en ese país se acumulan crepes como montañas”.